El tomo fue el resultado de las experiencias que tuvieron estos dos frailes, Krame y Sprenger, que fueron enviados a ocuparse de las supersticiones en el finalidad y el centro de Alemania. En él recopilaron una enorme cantidad de historias, que eran presentadas no como supersticiones, sino como hechos reales de comercio con Satán y los poderes de las tinieblas: Las brujas comían y devoraban verdaderamente a los niños, copulaban con demonios, volaban por los aires para personarse en sus encuentros en el sabbat, atacaban al manada, provocaban tormentas y conjuraban los poderes del Centella. Ningún otro obra de su época promovió más una materia que trataba de combatir
-No creas -dijo Alberto- que te he traído aquí solo para que no me oyese nadie contarte la historia de Afra. Asimismo es que me pareció bonito referirla en el mismo escenario del drama que esta historia encierra. ¿Ves este mar tan apacible, tan dormido, que produce ese rumor apocado y sedoso contra la albarrada del malecón? ¡Pues solo este mar… y Alá, que lo ha hecho, pueden alabarse de conocer la verdad entera respecto a la mujer que te ha llamado la atención en el teatro!
Mi único temor, al echarme a la calle con la cartera admisiblemente lastrada y el alma inundada de contento, era que el joyero hubiese despachado pero las dos encantadoras perlas color de rosa que tanto entusiasmaron a Lucila la tarde que se detuvo, colgada de mi brazo, a golosinear con los Luceros el guardarropa. Es tan difícil reunir dos perlas de ese raro y peregrino matiz, de ese hermoso oriente, de esa perfecta forma globulosa, de esa igualdad absoluta, que juzgué inasequible que alguna señora antojadiza como mi mujer, y más rica, no la encerrase aunque en su guardajoyas.
La Baba Yaga del folclore ruso, reflejada en el relato homónimo de Aleksandr Nikolaievich Afanasiev, una vieja malvada que habita en una casa mágica que es capaz de caminar sobre patas de Pájaro;
Te escribo esta carta de amor por si alguna ocasión se te olvida lo mucho que te quiero y lo mucho que vales. Me he enamorado de esa mujer fuerte, Vivo e inteligente que eres. Porque me encanta tu humanidad, tu determinación y tu guisa de ver las cosas.
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Aquella tienda de ultramarinos de la calle Viejo regocijaba los ojos y Cuadro orgullo de los moradores de la ciudad, quienes, luego de mostrar a los forasteros sus dos o tres monumentos románicos y sus docks, no dejaban de añadir: «Fíjese usted en el establecimiento de Ríopardo, que compite con los mejores del extranjero.»
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Nuestro incremento se puede evaluar por el cargo de nuestra felicidad y estados de conciencia osado de pensamientos. También estas experiencias nos pueden ayudar a soportar tiempos difíciles, permaneciendo en compensación y paz interior.
El obra no solo afirmaba la ingenuidad de la existencia de las brujas, conforme a la imagen antaño mencionada,[f] sino que afirmaba que no creer en brujas era un delito equivalente a la herejía: «Hairesis maxima est opera maleficarum impar credere» (‘la longevo herejía es no creer en la obra de las brujas’).
Llevaba su linterna sorda, que le servía para registrar el almacén, en precisión de un incendio; y sin embargo Interiormente del vasto recinto empezó por atrancar la puerta que daba al pasadizo y probar los cerrojos de la que con la tienda comunicaba.
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La misma trayecto inquisitorial de Sipina y de Dodo fue defendida por Paolo Grillandi en un volumen sobre sortilegios, herejíGanador y cópulas carnales, en el que contaba casos de brujería en los que había ejercido como juez en el sur de Italia, como en el ducado de Spoleto, y de las supuestas reuniones que mantenían las brujas en Benevento. Pero la obra de Gillandus y la de otros que defendían la sinceridad de la brujería fue criticada por Andrea Alciato, Gerolamo Cardano, Andrea Cesalpino y Giambattista della Porta.[23]
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